miércoles, 30 de abril de 2008

Ponche para las Colombinas

Les acabo de mentar al ponche que se tomaba, y se seguirá tomando, en las Fiestas Colombinas, en pleno agosto y con más calor que todas las cosas. Es una bebida de indudable tradición británica, como las propias fiestas, ideadas por la colonia extranjera en Huelva a finales del siglo XIX para conmemorar las glorias descubridoras. El caso es que ya su palabra, ponche, nos avisa de su origen indio, pues en la Joya de la Corona pancha significa cinco y cinco son los ingredientes que un auténtico ponche colombinero debe llevar, no más, que últimamente le están añadiendo barbaridades que lo están sacando de madre, como el caramelo líquido, como lo oyen, que explica que de una bebida refrescante y moderadamente alcohólica, se haya pasado a un mejunje cabezón y mareante como el que más. Eso es lo que ha traído la popularización de esta bebida, a la que cada cual le añade ahora lo que le da la real gana, pero siempre con los grados alcohólicos por delante: ginebra, ron y licores con sabores variados... una barbaridad. Es intención nuestra llamar al orden y a la moderación para recuperar los valores de esta excepcional bebida veraniega, apta para comidas campestres, en la terraza o en el jardín, del que lo tenga, claro está. Aquí está el auténtico
Ponche.- En primer lugar se tomará canela en rama y se romperá para depositarla en el fondo de la olla o recipiente donde se vaya a hacer (lo normal es una tinaja de barro, pero yo suelo usar una olla a presión grande, pues guarda muy bien el frío y caben unos pocos de litros). Junto a la canela, se pondrán dos o tres clavos de olor. En segundo lugar, azúcar, suficiente pero sin pasarse (después pondremos gaseosa que también es dulce). Luego, en tercer lugar, vino blanco y aquí viene muy bien el afrutado del Condado de Huelva. En cuarto lugar el melocotón, que deberán ser esos amarillos y muy aromáticos de La Nava, o de los que se encuentren en el supermercados, pero que estén enteritos y sean muy aromáticos. Se deja todo reposar una hora o dos en el frigorífico y a la hora de servirlo se añade el quinto ingrediente, la gaseosa o agua con gas si no gusta demasiado dulce (ya llevaba azúcar). Se recomienda un litro y medio de gaseosa por cada litro de vino, pero aquí cada cual es libre de poner lo que guste. Y ya está, una deliciosa bebida, refrescante y aromática para las tardes de primavera (porque ahora encuentras melocotones de importación) y sobre todo de verano, que es cuando hay melocotones de La Nava, indudablemente los mejores.

Al rico pinchito moruno

Eran propios de las Colombinas. Te pedías un ponche y encima te comías un pinchito, moruno, claro, que te lo ponía un tío con un fez colocao una mijita ladeao y más tatuajes que un futbolista. Un pelotero de los de ahora, claro está, que son más horteras que todas las cosas, pura imagen del éxito en estos tiempos tan desternillantes. Que a saber los millones de criaturas humanas que sueñan con ser Beckham o Cristiano Ronaldo y dedican más tiempo al fútbol que a la geometría o a la gramática con las consecuencias que ya sabemos. En fin, que creo que me estoy haciendo mayor, porque cuando yo era chiquenino, no dedicaba más tiempo a una cosa que a la otra, sino que simplemente me pasaba el día dándole patadas a un balón y a la gramática o al álgebra le podían in dando mucho por culo. Pero bueno, estamos en las Colombinas del sesenta y pocos, recién mudada a donde todavía están, al laíto del nuevo estadio del Recre, y mi mare de mi alma me llevaba a comer un pinchito antes de soltarme en la calle del Infierno con tres perras y cuatro fichas para los coches topes, que en otros lugares de la galaxia llaman coches locos o cosas por el estilo. Como todavía no tenía edad para el ponche, me bebía un godovi de naranja, y de sólido, un par de
Pinchitos morunos.- Se cortan tres cuartos de kilo de carne de cordero, o de cerdo, o de pollo, pero lo suyo es cordero, en dados no demasiado grandes. Se ensartan en brochetas cuatro o cinco cubitos de carne, según el tamaño al que las hayamos partido, y se colocan en una bandeja para verterles por encima el adobo que se refiere a continuación: Una cebolla pequeña y morada rallada; un diente de ajo muy picadito; una cucharadita y media, de las de café, de pimienta de cayena molida; otra cucharadita y media de cominos molidos y perejil más sal y pimienta a gusto de cada cual. Se mezcla todo y se vierte, como se decía, por encima de las brochetas de carne. A la media hora se les da la vuelta a las brochetas y se vuelve a echar por encima el adobo que podamos, que el resto quedará abajo y no pasa nada. Se tapa ahora con un papel transparente y se deja en el frigorífico, abajo, al menos un par de horas para que se aliñe bien la carne.
Se harán sobre brasas de carbón, que quedan estupendos, o en la plancha, sirviéndolos con una hojita de lechuga picada y con una mijita de sal y vinagre o limón.

martes, 29 de abril de 2008

Berenjenas hechas puré

Los fines de semana y los puentes llegan justos. Un día más y ya hemos tirado la toalla, por lo que deben estar medidos por ese ojo que todo lo ve, por ese poder oculto que está por encima del bien, pero no del mal, por que el mal es él. Ese mamonazo de Gran Hermano que Orwell nos dejó entrever y que ahora resulta que es el que marca en el calendario los puentes, el que decidió en su día dónde debían situarse los días laborable y en qué proporción para aquí los currantes que somos todos no mandemos a la mierda todo y nos tiremos a la Bartola o a la que cada cual decida. Con esta estrategia diabólica, consiguen que sigamos apretando cada lunes para llegar a fin de mes, pagar la hipoteca y a esperar otra vez a fin de mes para cobrar y... para hacer lo mismo. Una lata, con lo que bien que nos iría a todos eso de irnos de hippies al quinto cuerno y mandar al patrón a hacer gárgaras. Pero en fin, aquí estamos, hechos puré. Y de eso les quería hablar, de las
Berenjenas en puré (ensalada).- Cogemos dos o tres berenjenas grandotas y relucientes, les hacemos unas rajas en su morada piel, lo suficientemente profundas para que quepan en su interior láminas de ajo no demasiado finas, y al horno con ellas, que estará precalentado a 225º.
De vez en cuando miraremos las berenjenas, no vaya a ser que se hagan demasiado, pero mientras tanto iremos entreteniéndonos con lo que sea, tomar un vino, colgar una lavadora, que no quiere decir que tengamos que desenchufar el electrodoméstico y colgarlo de un tendedero, que no va a aguantar, no es por nada, sino abrir el ojo de buey, esa ventana por la que se mete la ropa, sacarla si es que ya está limpia y con paciencia y pinzas, ir colgándolas cuidadosamente en el tendedero. Si teneis secadora, pues entonces no hace falta tanto trajín, sino que en lugar de un vino, os tomais dos o tres y santas pascuas. Bueno, a lo que íbamos, que ya estarán las berenjenas asadas, lo cual sabremos por que la pobre hortaliza se arruga y le salen ampollas en la otrora bonita piel. Las sacamos del horno y mientras se enfrían, nos domamos otdo vino. Luego, cuando esdén fdias, se pelan y se dritudan en un cuenco con loos... hip! ajos. Nos cedvimo otdo vino. Añadimos cuatro o cinco cuchadadas de tomate tditudado... una cuchadada de pimentón (dulce o picante, a gudto de cada cuá), culantro (que estoy hadto de decid que son las hojas del cilantro verdes) y un poco de cominos majados con sal, también a gudto del consumidod, buuurp! En una sadtén se pone adeite y cuando edta calente se echa todo do anteriod... hip! Se fdie hasta quedtáz edpecito... Ce edzcurre de adeite y ze le añade zumo de limón. Os tomai otdo fino y el pudé de bendejena os lo comei fdio o calente, como od zarga de lo güevo, pedo edtá mu güeno con pepino, o con apio, o con zebolleta, codtada la vedduda en bastonzito... hip... condió y salú... hip

lunes, 28 de abril de 2008

Guindillas frescas y hermosas

Ayer encontré guindillas frescas, hermosísimas, de un color impresionante. Y ustedes dirán que pues muy bien, que con tu pan te las comas. Pero, no. Quiero decir que no las suelo encontrar muy a menudo, así que me hice un pisto que me apetecía hacer desde hace una jartá (de hartar = mucho, sobrado) de tiempo. El resultado es espectacular, hermoso a la vista y suculento a los ojos de Dios, que como todo el mundo sabe somos nosotros mismos, los más simpáticos y chipiritifláuticos de la creación. Así que tomad nota y disfrutad, hermanos míos en la luz de Dios, de este sensacional, agradable, fresco y preciosista
Pisto tunecino.- En una cazuela de esas amplias y de paredes no demasiado altas, ponemos una lámina de aceite de oliva, si puede ser del molino de Trigueros, pues mejor. En cuantito esté caliente el aceite le echais unos calabacines cortados en medias ruedas no demasiado finas, una berenjena en taquitos o cubitos, pero no de Rubik, sino de berenjena. También le pondremos una cebolla roja, de esas que no son muy grandes y cuando las pelamos nos jartamos (otra vez... que viene de hartar, de mucho, de demasié para el corpo no sepulto este que se van a comer los gusanos... por cierto, que algún día os suelto una de gusanos, pero a ver si me algo con algunos en La Boquería cuando vaya a Barcelona, y os lo cuento) de llorar, que ya no me acordaba por donde iba y he tenío que leer lo que estaba escribiendo. Bueno, pues ajos, también. La cebolla troceada y los ajos, dos o tres, laminados. Le damos a todo un rehogado breve, de cinco minutos como mucho, y entonces echamos medio pimiento rojo, de los de asar, otro medio verde, también de los de asar, y si tienes de los amarillos, pues otro medio... qué le vamos a hacer, que al final esto va a parecer una película en technicolor. Pues bien, damos unas vueltas y añadimos tres guindillas de estas rojas pequeñas y preciosas (las venden como chile fresco, que en realidad es lo que son) y como cinco o seis cucharadas colmadas de tomate triturado de ese que viene en lata, aunque si los tienes bien maduros, pues nada hijo, o hija, los triturais y ya está. Y ya está, dejadlo todo a fuego lento pero antes, eso sí, poned un poco de sal y pimienta.
Ahora tres detalles. Uno, el brikindanse, que para los que os guste el pincante, las guindillas las picais y luego poneis una entera y fresca sobre cada plato, más que nada por adornar. Y dos, el crusaito, que se puede servir frío, sobre todo ahora para el verano, con perejil o con culantro (hojas de cilantro verde si no sois de Huelva, que no os enterais) si teneis la suerte de tenerlo a mano. Y tres, el maikelyacson, que no veas lo bien que entra esto ahora con las calores y con tres cuartos de litro de cerveza helada por cabeza. Hasta luego, mis queridos y a veces desconocidos amigos.

sábado, 26 de abril de 2008

Trianeras para el Moe

Tenía pensao encajarme con Lolita en la taberna del Moe, más que na por conoserlo y que me conviara a la servesita helá que me tiene prometía, pero manconvidao a papearme un arrocito mu güeno que hace una amigueta mía de Requena (buen vino), así que va tené que sé pa otra ocasión, miarma. No se puestá en tó.
De momento, aqui va lo prometio, tronco, unas especies de hamburguesas que hacen ahí una mijita más pabajo, pa la parte del moro, y que aquí el menda le da su punto personá. No tenían nombre, pero como son parecías a las keftas marroquíes y no son de Hamburgo, a partir de ahora les llamaré las
Trianeras del Moe.- Se pica medio kilo de carne de ternera y un cuarto de kilo de cerdo ibérico si puede ser, pues aporta una grasa además de deliciosa con un punto de fusión más bajo que la del cochino blanco y al final, se agradece. A la carne convenientemente picada, se le pone la sal y la pimienta que cada cual guste, pero atención porque ahora vienen más especias. Se le pone una mijita de jengibre, como una cucharadita de las de café, seco y rallado; otra cucharadita de pimentón rojo de la Vera, que a mí me lo trae la Chari de allí y es estupendo; una cucharadita de comino que majaremos con un poquito de sal para que agarre; ni la mitad de otra cucharadita de canela molida, que iba a decir un polvo de canela, pero entre que dicen que es afrodisíaca y lo del polvo, pues que se me va a malinterpretar. Bueno, la canela, una poquita solo, y seguimos; otra cucharadita de pimienta de cayena molida, que el punto picante le va un montón. Y ahora vámonos con las hierbas. Se pican muy menuditas unas hojas de hierbabuena y otras de culantro (hojas de cilantro verde para los que no son de Huelva), que si no tiene el Moe culantro, pues le pone perejil y ya está. Para terminar le ponemos una cebolla de esas rojas y dulces, rallada enterita, que se haga casi agua. Y agua también, un chorreoncito, y otro más generoso aún de aceite de oliva virgen extra, como es natural. Ya sólo falta cascarle un huevo al asunto y a amasar, hasta que se integren bien todos los ingredientes. Se deja reposar un rato y ya está, a hacer unas bolas que aplastaremos hasta formar una especie de tortitas como las de las hamburguesas. Se ponen a la plancha y están que te mueres... Bueno, que te mueres no, coño, que eres muy joven.
Están dabuten, eso. En fin, Moe, que cuando vaya a tu taberna te llevo un tapergüé con unas cuantas a ver si te gustan. Entre tanto, quede usté y su distinguía clientela (la cauca incluída) condió. Un abraso, miarma.

jueves, 17 de abril de 2008

La tarta del cumple

Es tradición excelente la de celebrar los cumples con tartas en el Instituto donde he recalado este año. Cada cual elabora la que más le gusta o la que mejor domina y después, en el Recreo y mientras los tiernos infantes devoran con fruición enormes bocadillos de chopped pork, algunos de los profesores, los que no tienen guardia de recreo, obviamente, se refugian en la sala de profesores y desayunan la tarta en cuestión. De este modo he podido recorrer Andalucía este curso tarta a tarta, ya que en esta profesión es muy común el andar desplazándose los interinos de un lugar a otro, por lo cual un interino sin un gepeese, hoy en día, no es nadie.
El otro día me tocó a mí. Cincuenta y dos, pero no se lo digan a nadie, ya que tengo previsto que a partir del año que viene los voy a cumplir para atrás. Faltaría más. A mis queridos compañeros de curro les llevé una tarta de frutas, entre otras cosas porque el día estaba soleado y el resultado es la mar de primaveral, aunque en verano también sigue siendo absolutamente apetecible esta
Tarta de frutas.- En el vaso de la batidora eléctrica pondremos requesón, nata líquida y tres huevos, además de cinco o seis cucharadas soperas de azúcar. Las cantidades, las que marcan el sentido común, que estoy harto de decirlo: un bote pequeño de nata líquida, un requesón de los que venden en el supermercado, del tamaño habitual, que tendrá algo así como doscientos o trescientos gramos, vamos, digo yo. Bueno, continuamos. Hacemos hojaldre o, mucho mejor, compramos hojaldre de ese que venden congelado y en planchas. Esperamos a que se descongele, tal como avisan las instrucciones de uso, y extendemos una por un molde desmontable y de paredes no demasiado altas. A continuación vertemos la mezcla obtenida en la batidora eléctrica, que deberá estar bien fina y homogénea, y lo ponemos en el horno, a 225º y creo que durante unos treinta minutos. Pero en todo caso, vais mirando y cuando haya subido y se vea que la mezcla tiene consistencia como para aguantar después a la fruta encima.
Pues bien, media hora, cuarenta minutos o el tiempo que fuere menester, sacamos la tarta del horno y le ponemos encima la fruta, formando una composición lo más hermosa posible. A la fruta la pasaremos antes por un almíbar espesito que habremos hecho antes, mientras cuece la tarta en el horno. De este modo quedarán brillantes las frutas y apetecible la tarta. Por ejemplo, las fresas tienen un corte precioso a la mitad, dejándoles las hojitas del tallo. De las naranjas se pueden utilizar los gajos y si son muy grandes se parten en dos por el medio pero no a lo largo. El platano en la mitad, erecto, con dos medias peritas sanjuaneras debajo, queda de lo más sugerente.... En fin, aleluya, aleluya, cada cada uno con la suya, con su imaginación quiero decir. Y ya está, a disfrutarla con salud, criaturitas mías.

miércoles, 16 de abril de 2008

Sin tiempo (el pregón)

Este viernes 18 de abril, a las doce del mediodía, doy el pregón de la Feria del Libro de Huelva. Esto y otros asuntos me tienen ocupado en exceso, por lo que no estoy cumpliendo con el blog como debiera, quiero decir que no meto recetas sino esporádicamente. Tengo pendientes unas cuantas que han gustado en mi entorno, por ejemplo una tarta de frutas, unas albóndigas de setas o una lasaña que hice el otro día con gurumelos y a los niños les encantó. En fin, ya me entretendré un día de estos en contarlo detalladamente. De momento, si el viernes libráis, no curráis porque no os da la gana, o simplemente tenéis un rato para mojaros (porque va a llover), os acercáis a la Avenida de Andalucía, zona de las carpas, y allí os encontraréis con el menda en un atril. Hasta pronto.

martes, 8 de abril de 2008

Gurumelos como atractivo

Gustan los gurumelos (Amanita ponderosa) y uno se aprovecha de ello. Por ejemplo, mañana vamos a comer alubias, frijoles, habichuelas o chícharos, según el pueblo de la provincia de Huelva en el que nos situemos, qué hay que ver como se prodiga esta leguminosa en el diccionario popular. En fin, que mañana alubias... con gurumelos, claro está. Alubias para todo y nadie me va a protestar. Eso seguro. Todo el mundo cogerá el cucharón y se servirá contento un plato hondo de
Alubias con gurumelos.- Se pondrán en remojo, por que si no, Felipe Marianas se cabrea, las alubias unas horas antes. A continuación se ponen en la olla con la misma agua en que estuvieron remojándose y se añadirá media cabeza de ajos, dos hojas de laurel y un poquito de sal (luego habrá más). Aparte y mientras cuecen a fuego lento, se pondrá una lámina de aceite en una sartén y se refríe media cebolla bien picadita. Cuando empieza a clarear, se le echan tres o cuatro gurumelos, dependiendo del tamaño, limpios y troceados, así como unas hojas de perejil. Se refríe todo junto dándole unas vueltas con la cuchara de madera y se añade pimentó dulce, del de La Vera que me regalaba la Chari, unas hebras de azafrán que habremos majado con sal y un poco de pimienta. Se aparta la sartén del fuego y se remueve todo bien. Se echa esto en la olla donde están las alubias tan ricamente cociéndose a fuego lento, se dan unas vueltas y se añade ya agua fría suficiente para que el guiso se termine de hacer, lo cual se podrá hacer con la olla a medio tapar o con la olla tapada y el pitorro puesto. Pero es mejor con la olla a medio tapar, tarda más pero las alubias quedan mejor. Antes de que se terminen de guisar las alubias, cuando le quedan diez o doce minutos, se le echa una patata troceada, aprovechando para probar y rectificar de sal por si hiciera falta añadir un poco más. Y ya está. Salutem.

lunes, 7 de abril de 2008

Un italiano en la Sierra

Es tan simple como extraordinario. Se trata de hacer una pizza de setas normal y corriente, de esas que en las trattorias de las zonas turísticas elaboran con champiñones cultivados (que están buenos y no tengo nada contra ellos) y en los ristoranti del mismo Italia, con funghi porcini (setas de los cerdos), que es como llaman allí a los tentullos o tontullos, los boletos (género Boletus), para entendernos, y que ya es otra cosa. En Aracena, hace ya unos pocos de años, un italiano que se encajó en la Sierra para comprar setas y llevarlas a Italia, o que trabajaba para una empresa que se dedicaba a eso, se casó con una chavala de por allí y terminó quedándose a vivir en Aracena, donde puso una trattoria, que es a lo que vamos. Hacía una pizza de tanas (Amanita caesarea) que fue todo un acontecimiento para la gente de Aracena y para los que por allí circulábamos en aquellos años previos a la eclosión de eso que llaman turismo rural.
Ahora acabo de recordar aquello, ahora que estoy aquí con un canasto enorme de gurumelos (Amanita ponderosa), haciendo croquetas de gurumelos para congelarlas hasta el día del camino del Rocío, que lo hace mi querida Lola con la pandilla del JuanLa, también llamado Juan Labrador, Juan Moya si están ustedes en Niebla o Juanito si lo conocen y lo aguantan de toda la vida, a este calvorota genial que antes era director del Festival de Islantilla y ahora se dedica a la producción cinematográfica, pues ese. Y como quiera que he recordado lo de las pizzas del italiano, pues me he puesto manos a la obra y ya tengo en el frigorífico una masa estupenda, dispuesta para elaborar una base delgada que después en el horno se pondrá crocante. Sobre ella, lo que a continuación describo de la
Pizza de gurumelos.- Sobre la base (si no saben hacer masa para pizzas la buscan en internet o la compran ya hecha, que suele haber algunas estupendas) se pondrá una capa fina de tomate triturado, no frito, sino triturado. A continuación se pelan y limpian los gurumelos (estas setas son así, hay que limpiarlas y pelarlas, pero lo pueden hacer con otra, porque si no son de Huelva, no van a encontrar gurumelos con facilidad y como les decía el italiano de Aracena, que ya no vive allí, las hacía con tanas), troceándolos en láminas y disponiéndolos a gusto sobre el tomate triturado. Se cortan aceitunas negras en ruedecitas y se ponen algunas entre los gurumelos. Por último se pone orégano y un chorreón de aceite de oliva virgen extra, como es natural. Se cubre con mozarella (o algún queso similar) rallada y se mete al horno a 225º hasta que veamos que toma un bonito color, el queso está bien fundido y la base crocante, que para eso la hicimos fina. Una delicia.